MARCELO ANTONIO MÓTTOLA

BLOG DE TRABAJOS

viernes, 12 de septiembre de 2008

JOSÉ DE SAN MARTÍN
(Historias Primarias)

JUSTO JOSÉ DE URQUIZA


miércoles, 10 de septiembre de 2008

ISAAC NEWTON

LADRILLOS DE SABER





LADRILLOS DE SABER
Marcelo Móttola

Sí que las bibliotecas son sitios particulares. No importa en qué lugar del mundo estemos, para poder percibir las mismas sensaciones; el silencio que intimida, el olor a humedad contenida, el amarillo de las hojas oxidadas… No importa si estamos en el más humilde de los pueblos o en el Vaticano, algo mágico emparenta a todas las bibliotecas.
Pero estos almacenes de ideas, no siempre fueron así.
En 1852, Hormuz Rassam, asistente del destacado arqueólogo inglés Sir Henry Layard, exponía a la luz las primeras tablillas de lo que sería la gigantesca biblioteca de Asurbanipal, en la antigua ciudad asiria de Nínive. Las 30.000 tablillas recuperadas constituían el soporte material de antiguos escritos administrativos y de cartas oficiales, pero además de valiosos textos poéticos, religiosos y científicos.
La tremenda biblioteca fue obra de Asurbanipal, monarca asirio que reinó durante el siglo VII (a. C) quien era un enamorado de las letras, y que se dedicó a compilar y reproducir antiguos textos sumerios y acadios, y a intercambiar, confiscar y a “hacerse regalar” obras, de cuanto centro cultural tenía a su alcance, particularmente de la erudita Babilonia.
Tal vez, la idea de esta fiebre por el saber, nos la dé el mismo monarca, que en una enérgica nota ordena:

“Cuando recibas la presente carta -escribe a uno de sus oficiales- busca tres hombres y a los eruditos de Barsippa y busca todas las tablillas, todas las que tengan en sus casas y las que estén depositadas en el templo Ezida… Busca las tablillas valiosas que estén en sus archivos y que no haya en Asiria y envíamelas. He escrito a los funcionarios y a los inspectores… y nadie puede negarse a entregarte una tablilla. Y si ves un texto o un ritual acerca del cual yo no te haya escrito, pero que creas que pudiera ser de utilidad en mi palacio, búscalo, tómalo y envíamelo”

Si bien la de Asurbanipal no es la primera biblioteca, su notoriedad es debida al carácter de su sistematización, la amplitud de la colección y la cantidad y calidad del trabajo filológico preparatorio para su sostenimiento.
Estas tablillas, que tanto mencionamos, son el soporte material de los textos mesopotámicos. Los volúmenes de estos libros, están construidos con ladrillos de arcilla donde se grababan los caracteres en un sistema gráfico llamado cuneiforme(con forma de cuña), con un pequeño estilete, y que luego eran secados al sol o cocidos en un horno. El soporte arcilloso es el más apropiado para el clima mesopotámico, pues si se hubieran utilizado el papiro o el pergamino, no hubieran resistido el paso del tiempo.
El sistema cuneiforme no era un alfabeto, y en su momento de mayor desarrollo contaba con más de 500 caracteres. Sus complejos signos tenían carácter ideográfico y fonético, de manera que según el contexto podían significar una idea o un objeto, o indicar algún tipo de sonido silábico. Muchos fueron los pueblos que adoptaron este sistema para perpetuar sus lenguas locales, por lo cual mucho de lo que conocemos de las antiguas culturas de Oriente Medio se lo debemos a las texturas grabadas en estos vetustos y humildes ladrillos.
(Historias Primarias)